miércoles, 30 de enero de 2013

martes, 29 de enero de 2013

Carnavales de 1964

Una imagen de los Carnavales que se vivían a mediados del siglo XX en Santa Cruz.
Esta foto refleja el Concurso de Murgas tal y como se celebraba en la Plaza de Toros en aquella época. Se ven sobre el escenario a la Ni fu ni fá dirigida por Enrique González. Al fondo, el Quisisana.
No sería tan espectacular como ahora pero me parece que era bastante más divertido.


viernes, 25 de enero de 2013

EL PADRE JACINTO

Ayer recibí un correo de alguien a quien siempre he tenido en gran estima, sobre todo cuando era pequeño. Se trata de Tomás de Armas Schmölzer, que sería alumno de las Escuelas Pías y también mi antiguo jefe de Tropa en los Boys Scouts del Grupo Gran Tinerfe.
Me ha pedido que divulgue este texto sobre el querido Padre Jacinto que nos enseñaba sobre Ciencias Naturales en el edificio del Quisisana. Al leerlo me he emocionado al recordar experiencias compartidas que, por lo que parece, experimentamos muchos de los que transitamos por aquellas aulas en esos ya lejanos años.

He aquí el artículo que me ha enviado


Una de las aulas del colegio Quisisana en los años 60

UN SABIO EN MI CLASE
Por Tomás de Armas
Mi mejor profesor en las Escuelas Pías y también en el resto de mis estudios, con quien más disfruté aprendiendo y posiblemente quien más influyó en mi visión de las cosas y de la naturaleza, fue el padre Jacinto Ruiz, un hombre sabio que nos impartía la asignatura de Ciencias Naturales. Entonces, por nuestra edad, no nos dábamos cuenta de la categoría de nuestro profesor.


Era un cura escolapio, ya mayor, con el pelo totalmente blanco y una actitud pausada y serena que irradiaba a su alrededor, y a quien cariñosamente llamábamos “El Célula”. Ahora que lo pienso me doy cuenta de que todos nos sentíamos relajados en su presencia. Su capacidad como divulgador de conocimientos sobre la naturaleza era extraordinaria. Muchas veces, cuando llegábamos a clase nos encontrábamos un dibujo en una de las pizarras, realizado con tizas de colores, en el que nos mostraba, por ejemplo, una figura humana con el sistema nervioso en color azul, el circulatorio en rojo, el digestivo en amarillo… (¿Será necesario recordar que entonces no disponíamos de casi ninguno de los medios tecnológicos actuales?). Luego comenzaban sus explicaciones, precisas, claras, entretenidas, que muchas veces, para confirmar lo explicado, terminaban con un vistazo al microscopio, toda una novedad en la enseñanza de aquellos tiempos.

Eran las únicas clases en las que yo no sentía ningunos nervios, ningún estrés. En otras asignaturas siempre había un componente de incertidumbre, incluso de temor, pues la posibilidad de un castigo o de una mala calificación flotaba en el ambiente. Pero las clases del padre Jacinto eran tranquilas, casi nunca había “castigados” y lo más que podía caernos era algún capón si él pasaba a nuestro lado mientras estábamos distraídos o charlando con el alumno de al lado. Y los exámenes estaban programados, con lo cual no había sorpresas del tipo de preguntas inesperadas un día cualquiera, que podían afectar gravemente a la calificación final.

Su popularidad entre el alumnado se demuestra en el hecho de que la mayoría de nosotros hacíamos colección de “minerales” y alguno incluso de insectos. Más de una vez se le acercó algún alumno con una “roca” en la mano para preguntarle de qué mineral se trataba. El padre Jacinto, muy serio, tomaba el objeto, le daba varias vueltas en la mano y finalmente declaraba: “Ha encontrado usted un interesante ejemplar de culus vulgaris de botella”. Yo mismo llegué a tener una pequeña colección de minerales, con cuarzos, piritas, mercurio (en un frasquito y procedente de un termómetro roto), lignito, yeso, galena, azufre, ámbar… y de rocas: basalto, pumita, obsidiana, granito…

Cuando sufrí un grave accidente de bicicleta en julio del año 1959, fue la única persona que pedí que viniese a verme y él lo hizo varias veces, a pesar de que no era de los que frecuentaban los domicilios de sus alumnos. Entre sus muchas aficiones estaba la de cultivar varios tipos de plantas , y de alguna de ellas trajo hojas, raíces o frutos que, debidamente preparados en casa según sus indicaciones, me fueron administradas durante algún tiempo. Según él, servirían para evitar consecuencias a mis órganos internos por el tremendo impacto que recibieron en el accidente. Y la realidad es que, salvo el desgarro de la pleura del pulmón derecho, ningún otro órgano me dio problemas entonces ni en los años siguientes, con lo que la conclusión es que o no sufrieron daños en el accidente o los remedios del padre Jacinto fueron efectivos. Yo creo lo segundo.

Tenía un laboratorio-museo en un torreón del colegio, en el que guardaba animales disecados o conservados en frascos de formol, colecciones de insectos y de hojas, fósiles y minerales de todo tipo… la relación sería interminable. Muchos de ellos se los habían traído sus ex-alumnos de distintos lugares del mundo a los que viajaron, con lo que la colección aumentaba cada año un poco más.

Varias veces estuve en el pequeño museo del padre Jacinto, en el que siempre había cosas que ver y aprender. Cierto día en que fui a ver una enorme piel de anaconda que acababan de traerle, llegué en el momento en que estaba dando de comer a los animales vivos que allí tenía. Concretamente estaba alimentando a los lagartos, a los que, además de alguna verdura, obsequiaba con ¡cucarachas vivas!

¿Y sabes qué…? ¡Sacaba las cucarachas con una mano, de un cartucho que sostenía con la otra! Mientras me contestaba a una pregunta, quiso la mala suerte que una de las cucarachas se le cayese al suelo y, con toda naturalidad, me ordenó: ─ ¡Recójala!

¡Horror! Tenía claro que no podía desobedecerle pero también que por nada del mundo iba a coger con mis manos aquel asqueroso insecto que corría velozmente de un lado para otro. Mientras simulaba que intentaba coger aquel bicho repugnante, pasé unos momentos terribles porque no sabía qué hacer ni cómo terminar con aquello. Me estaba planteando la opción de escacharla cuando, de pronto, una mano salvadora vino a resolver la situación: otro alumno, más joven y más valiente, que también estaba en el laboratorio en ese momento, atrapó al insecto y lo introdujo en el terrario de los lagartos. ¡Uuufff!

El clautro de profesores y sacerdotes escolapios de aquella época. El Padre Jacinto Ruiz es el segundo sentado por la derecha.

Un saltamontes dibujado por nuestro compañero, Miguel González Dalloz

jueves, 3 de enero de 2013

La cena de Navidad en casa de un Conde

Este edición de la cena de navidad, como sabrán todos, se celebró en la Noria en casa de un aristócrata amigo de MAT, que fue nuestro anfitrión.
No hay fotos porque no hubo cámaras con flash. Alguna cayó y aunque con poca luz se nos distingue a unos cuantos


Al frente y en la cabecera, Miguel Almazán.
A la derecha de MAT: Chencho (escondido) José Miguel Glez, Jorge Hdez del Castillo, Nine Hdez de León, Pedro Delgado Tremps, Fernando Febles, Javi Armas, Don José María (profe)y no se ven Jose Jimenez y Fernando Martín.
A la Izquierda geográfica de MAT  y algo más: Miguel Glez Dalloz, Miguel Bencomo, Federico Gª Barba, José M. Izq, Javi Perez Méndez. Ulises Trujillo, Iñaki Pujana, Juan Gutierrez, Paco Padrón y Rafa Yanes, que cumplió.

Espero no haberme olvidado de ninguno, si no es así, disculpas de antemano.

Otra foto notoria en este evento fué la tarta regalo cuya notoriedad queda manifiesta en la titularidad de la misma. ¡¡¡Sabiamos de aficiones investigatorias de algunos escolapios, pero que llegara a cuajar en una ESCUELA  ESPIA!!!! fue mucho. Aqui la muestra:

Un saludo y esperamos que antes de diciembre de 2013 nos reunamos de nuevo.
Javier Pérez